“Me dijeron que era floja”: Sofía y su lucha invisible con la Disautonomía💙

Historia real de una paciente que tardó años en ser diagnosticada.

Durante años, Sofía vivió con un cansancio que no podía explicar. Se levantaba por las mañanas sintiéndose mareada, con palpitaciones, náuseas y una fatiga que no desaparecía ni con horas de sueño. Lo que al principio parecía estrés, pronto se volvió un obstáculo diario: no podía estar de pie mucho tiempo, subir escaleras la dejaba sin aliento y muchas veces tenía que cancelar sus actividades por sentirse “descompuesta”.

“La gente me decía que era floja, que necesitaba hacer ejercicio, que era todo psicológico. Llegué a pensar que era yo la del problema.”

Años sin diagnóstico

Sofía visitó a más de cinco médicos. Le hicieron estudios de tiroides, análisis de sangre, electrocardiogramas… todos “normales”. Aun así, los síntomas seguían y nadie le daba una respuesta. Fue diagnosticada erróneamente con ansiedad y hasta con depresión.

“Tomé tratamientos que no funcionaban. Empecé a dudar de mi cuerpo, de mi mente, y de mí misma.”

El diagnóstico que cambió todo

Después de una visita con un cardiólogo especializado, alguien mencionó una palabra nueva: Disautonomía. Le hicieron una prueba de inclinación (Tilt Test) y finalmente obtuvo un diagnóstico certero. No era flojera. No era su imaginación. Su sistema nervioso autónomo no estaba funcionando como debía. Y se enteró que hay 70 millones de personas como ella.

El tratamiento: un camino de adaptación

Sofía comenzó un tratamiento personalizado: hidratación intensa, consumo de electrolitos, cambios posturales y medicamentos especializados. También aprendió a escucharse, a descansar cuando su cuerpo lo pedía y a adaptar su estilo de vida.

“No hay cura, pero hay manejo. Y eso me devolvió la esperanza.”

Vivir con Disautonomía

Hoy, Sofía lleva una vida más tranquila, adaptada y consciente. Aprendió a planear mejor sus días, a tener su “kit de emergencia” siempre a mano y a rodearse de personas que la entienden. Pero también aprendió algo más:

“No estoy sola. Como yo, hay millones que luchan con lo mismo. Y hoy quiero que sepas que no estás loco (a), ni flojo (a). Sólo necesitas el diagnóstico y apoyo correcto.”

Frase que cambió su perspectiva

“No estás sola. Esto no está solo en tu cabeza. Sí es real.” Esa frase —que tanto necesitaba escuchar— la impulsó a compartir su historia.

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